REFLEXIÓN: EL TANTRA, UNA NUEVA SEXUALIDAD PARA LA PAZ

La sexualidad actual es una sexualidad egoica, basada en el ego, en la auto-satisfacción y por lo tanto en la separatividad. Es realmente un camino de separación en todas las parejas, porque con el tiempo va abriendo una brecha cada vez mayor entre el hombre y la mujer. Y no tenía que ser así.

Hay otra sexualidad que nos pertenece por derecho propio. Era peligrosa y hubo que reprimirla con creencias, con miedo... Era peligrosa porque es una vía directa al Espíritu, a la Unidad, a la conciencia del Ser. En la "batalla" entre la LUZ y la Oscuridad, se puede controlar nuestro cuerpo y nuestra mente de muchas formas... Pero la sexualidad es más difícil de controlar porque está en la base, en nuestros primer y segundo chakras.

El primer paso en el Tantra es llegar al corazón. La energía del chakra del corazón es la energía de la unión, de la aceptación, de la entrega, frente a la separatividad y la lucha.

Se dice en el Tantra, explicando el proceso de elevar la energía sexual en pareja a través de los diferentes chakras, que "Primero somos Dos, luego Uno y después Ninguno". Es una descripción del proceso de pasar del ego a la fusión y de ahí a la disolución o expansión de la conciencia al Todo. Realmente somos canales de energía entre la Tierra y el Cielo, entre la vibración más densa de la materia y las vibraciones más altas de lo espiritual. Y el trabajo del Tantra es unir esas dos dimensiones del Ser utilizando todo lo que somos, hombre y mujer, nuestra energía sexual como expresión de esa fuerza genésica que nos une a la Tierra.

Para la mujer es más fácil estar en el corazón de forma natural. El corazón es sobre todo la batalla del hombre. El hombre por regla general vive la sexualidad, vive el mundo, desde lo genital y desde lo mental. Está dividido, como si su pecho no existiese. Por eso hay tanta pornografía. La pornografía es el pene masculino unido a la cabeza. Lo genital y lo mental que domina al hombre. Un hombre que haya abierto su corazón, vivirá su sexualidad de otra forma. No es que ya no le atraigan las mujeres, pero no estará compulsivamente obsesionado con ellas, porque sabrá que lo femenino también es él. Su vida se moverá ya desde otro punto, desde su sentimiento de unión con lo que le rodea. Quizá ya no esté tan interesado en construir grandes empresas, puentes y carreteras o en dominar la Tierra...

Así que el camino en el hombre pasa por abrir su corazón. Y para eso es vital un cambio en su sexualidad. El hombre tiene que dejar de "tirar" su energía sexual como si de un desperdicio se tratará. Un hombre que dilapida su energía seminal será siempre peligroso para la Tierra.

En el Tantra el hombre aprende a controlar su eyaculación. A diferenciar entre orgasmo y eyaculación. Dos cosas diferentes. Por asombroso que parezca, se puede tener un orgasmo sin eyacular. Y se puede tener orgasmos múltiples sin eyacular. Y toda esa energía no tirada, no desperdiciada, es la que nos posibilitará llegar a otro lugar. La eyaculación es una gran pérdida de energía en el hombre y aparte, de un engaño que les hace solo rozar el cielo, un saboteamiento del acto sexual. Para que el acto sexual llegue a algo más que un simple encuentro de satisfacción mutua más o menos logrado, para que la mujer se sienta llena y amada, el acto sexual debe prolongarse y terminar al menos en un acto de íntima unión y fusión (corazón) entre el hombre y la mujer. "Pimero Dos, luego Uno...".

Cualquier cosa distinta será pagada en emocionalidad al día siguiente, y será, una vía segura a la lucha y a la separatividad en la pareja, en el mundo...

El Tantra es el camino de veneración de lo femenino. Es a través de la veneración de lo femenino, de la veneración de la mujer como diosa encarnada, como el hombre venera y se abre a su propia parte femenina. De igual manera, a través de la veneración de lo masculino, del dios encarnado en el hombre, la mujer abraza también su propia parte masculina.

En el Tantra se dice que el hombre penetra a la mujer por el yoni (vagina) y la mujer penetra al hombre por el corazón. De está forma, a través de la danza de lo masculino y lo femenino, ambos, hombre y mujer, tienen experiencia de su propia contraparte.

El Tantra es la danza universal, en unión física del hombre y la mujer. A través de esta danza se crea un circuito de energía entre los componentes de la pareja, que diluye lo personal y expande la conciencia.

En la sexualidad normal, la energía se queda "taponada" en los tres primeros chakras (sobre todo en el hombre), potenciando el ego y el predominio de la mente. En la mujer, la sexualidad normal producirá una sobrecarga emocional y una separación entre su corazón y su energía genital.

En la relación sexual, la mujer tiene que sentirse amada y esto supone que el hombre se alvide de su efímero placer y se entregue. El hombre así se equilibra y unifica a la mujer.

En la relación tántrica la mujer llega a sentir el ligan del hombre, o energía masculina a través del pene, como un rayo de LUZ que la penetra hasta la coronilla. La mujer devolverá el regalo permitiendo al hombre acceder a la joya de su pecho y abrir su energía más allá de su garganta. La mujer así mismo, debe situarse en su esencia femenina, la entrega y deja de utilizar el acto sexual dentro del juego emocional de recompensa o premio.

Hoy en día el pene del hombre y la vagina de la mujer están cargados de emocionalidad y esta debe ser liberada para que ambos puedan llegar a la experiencia del amor tántrico.

Para que todo esto suceda tendremos que dejar atrás mente y creencias. Tendremos que parar la mente y estar en el momento presente. Sentir y dejarnos de expectativas y objetivos a los que llegar. La sexualidad normal está obsesionada con el orgasmo. Hemos hecho un dios del orgasmo. Pero el orgasmo no es más que un pico, una muestra de algo más amplio, una muestra del éxtasis de la disolución y no deja de ser ego (Primero Dos...), algo que empieza en mi y termina en mi.

En el Tantra es muy común que no se tengan orgasmos y eso sorprende a veces. Y es que la energía cuando pasa del corazón se convierte en un éxtasis continuo que engloba todos esos orgasmos que tanto perseguimos. El mero hecho de perseguir el orgasmo, crea múltiples problemas. Realmente la frigidez en la mujer no es otra cosa que, además de la falta de capacidad del hombre para alcanzarla, la fijación por llegar a ese objetivo del orgasmo. Toda mujer que se entregue y que esté suficiente tiempo en el acto amoroso, tendrá un orgasmo de forma natural. De la misma manera, en el hombre, la impotencia no es nada más que el temor a no ser suficiente hombre, a no tener una erección suficiente.

Podríamos definir el Tantra como el camino de máxima impecabilidad en el uso de nuestra energía sexual. El camino para encontrarnos a nosotros mismos, un camino para reconciliar lo femenino y lo masculino, un camino para la paz interna, para la paz en la Tierra.


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